Si todo sale mal, el 23 de enero podría “apagarse” Internet en señal
de protesta. Como puede deducirse de nuestra vida cotidiana, Internet
cambió las reglas del juego en el arcaico mundo de la propiedad
intelectual, y las empresas que durante años han manejado estos negocios
han decidido dar su último gran manotazo de ahogado. En octubre, el
senador republicano de Texas, Lamar Smith, presentó una propuesta de
legislación que se dio a conocer como SOPA (Stop Online Piracy Act, o en
español algo como “acta para detener la piratería en línea”). El 24 de
enero se tratará nuevamente esta ley en el Congreso de Estados Unidos y
tiene como argumento central la “defensa del trabajo norteamericano” y
el ataque a la piratería, que estaría haciéndole perder 58 mil millones
de dólares a la industria del entretenimiento y 19 millones de puestos
de trabajo. La ley tiene el apoyo de unas 120 entidades que van desde
proveedores de Internet como ComCast, la Copyright Alliance, editoriales
como la MPA, sellos discográficos como Sony, Emi u organizaciones
farmacéuticas. El espíritu de la propuesta legislativa es convertir a
proveedores, plataformas y servicios de Internet en policías
responsables de sus acciones a un nivel jamás atrevido: por ejemplo, si
alguien postea un link en cualquier sitio o red social, o sube contenido
del cual no tiene derechos, el gobierno tendrá derecho a bloquear estos
sitios si están fuera de Estados Unidos. Censura lisa y llana.
Si
bien la cantidad de organizaciones que apoya esta posible legislación
es asombrosa, del otro lado están las empresas que hoy dominan el
negocio de Internet y que son el corazón de la economía norteamericana.
Además tienen otro gran condimento a favor: Google, Facebook, Twitter,
Zynga, Ebay, Huffington Post, están mucho más cerca de la gente
(“usuarios”) que cualquiera de las otras organizaciones. También se
manifestaron en contra la Electronic Frontier Foundation, Mozilla
Foundation y Wikimedia Foundation, creadores de Wikipedia, el sitio de
contenidos colaborativos más grande del mundo, que con esta legislación
podría desaparecer. Pero “la gente” (los usuarios) reacciona cada vez
más rápido: un caso emblemático es el de GoDaddy, una empresa que
registra dominios de Internet y vio perder miles de registros cuando
anunció que iba a apoyar SOPA y tuvo que rever su postura.
Lo
mejor de Internet se basa en el libre flujo de información, la
neutralidad de la red y en la apertura de su contenido. Estas tres
características ofrecen serios problemas a los antiguos modelos de
propiedad intelectual. El libre flujo de información permite
desestructurar monopolios, la neutralidad de la red (que cualquier sitio
vaya a la misma velocidad) mejora la posibilidad de generar ideas desde
los márgenes y la apertura, bueno, es lo mejor que tiene la web: que
todo el contenido está disponible desde cualquier lugar. En estos años,
las antiguas organizaciones defensoras de la propiedad intelectual lo
han intentado todo: han litigado sistemáticamente contra sitios de
Internet de intercambio de archivos, han litigado contra adolescentes
por bajar películas y han presionado al gobierno estadounidense para
endurecer la legislación y, a través de sus embajadas en todos los
países posibles, han hecho presión para que otros países adecuen sus
legislaciones.
El problema es que, salvo en algunos países donde
la censura está bien programada (China e Irán son los casos
emblemáticos), unos 2 mil millones de personas en el mundo han
naturalizado la capacidad que ofrece Internet para compartir
información. La NetCoalition –una flamante organización que lucha contra
SOPA y es la que filtró la posibilidad de que Google, Facebook y
Twitter hagan un “paro”– propone como contraparte cortar las fuentes de
financiación de los sitios (como se hizo con Wikileaks, por ejemplo),
mientras que las fundaciones que bregan por el libre flujo de
información, entre ellas Creative Commons, proponen cambiar
completamente el modelo de propiedad intelectual.
Lo que los
guardianes de la propiedad intelectual no comprendieron, claro, es que
la información en Internet funciona como una sopa que, una vez servida,
es imposible agarrar con las manos.
Mariano Blejman
Página 12
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